“Formo parte del brazo que alimenta al mundo” | Autor: CWS | Cuando el sol aún no termina de salir, Orfelina ya está lista para comenzar su jornada. Después de desayunar con su hija y su esposo, y dejar el almuerzo preparado, ella ocupará el resto de su tiempo visitando veredas, compartiendo con familias y enseñando alguna nueva técnica para aprovechar los frutos de la tierra. Orfelina Portillo es técnico agrícola de la Comisión de Acción Social Menonita CASM, socio de CWS en Honduras. Ella se ha dedicado a trabajar con las comunidades de la región de Santa Bárbara durante los últimos 16 años; su trabajo, dice, es una de las mejores cosas que le ha pasado en la vida: “Ya hago parte del inventario”, bromea, y luego afirma: “Aquí soy muy feliz”. Este año, con ayuda de Growing Hope Globally y CWS, CASM comenzó a implementar un nuevo proyecto denominado Produce Verde, dirigido a 750 familias de 16 comunidades en tres municipios, a través del cual se espera incentivar la producción agrícola bajo un enfoque sostenible, aumentar la protección de áreas forestales, ampliar el acceso a alimentos saludables y generar ingresos por la venta de las cosechas. Dentro de las actividades que Orfelina desarrolla con el equipo de CASM, está enseñarles a los agricultores nuevas técnicas de producción, saneamiento básico, lombricultura, elaboración de los abonos orgánicos, ecofogones, biodigestores y la cría de especies mayores y menores con una metodología de “pase de cadena”, que consiste en donar un animal a otra familia cuando sus animales se reproducen, para contribuir a la economía de la comunidad. Además del conocimiento, Orfelina tiene el don de servir. Cuando llega a alguna vereda, ayuda cargando sacos de comida, entregando insumos y revisando las cosechas y los animales; conversa con las amas de casa, recuerda el nombre de los vecinos, y ellos el suyo. “Esto es lo que me apasiona, enseñar; mi profesión es una parte muy importante de mi día a día. Mi trabajo es mi alegría y lo cuido como si fuera un bebé. Yo formo parte del brazo fuerte que alimenta el mundo”. Una alianza de más de una década CASM y CWS son socios desde el 2008, tiempo en el cual han implementado proyectos de seguridad alimentaria en el que han participado aproximadamente 3.100 familias rurales. Conoce más de los programas de Seguridad Alimentaria que acompañamos en Centroamérica. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora
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Nutriendo el futuro: Comunidades que aprenden de la tierra
Nutriendo el futuro: Comunidades que aprenden de la tierra | Autor: CWS | En las zonas rurales de Guatemala, las comunidades están trabajando para aprender de la tierra y construir futuros sostenibles. Ana Brito y Magdalena Sánchez son el ejemplo del fortalecimiento que han logrado sus aldeas en los últimos años. Estas dos mujeres conforman dos de las 917 familias que están participando en el proyecto Semillas de Esperanza, implementado por la Conferencia de Iglesias Evangélicas de Guatemala CIEDEG, con el apoyo de Growing Hope Globally y CWS. Ana Brito de Ramírez, de 63 años, nunca fue a la escuela y lo poco que aprendió, lo hizo con sus padres, en medio de los trabajos diarios que apoyaba en el campo, como recoger café y sembrar papas. En los últimos tres años, esta habitante de la aldea Xonca, en el municipio de Nebaj, aprendió más que nunca. Antes de participar en el proyecto de seguridad alimentaria, ella sólo sembraba fríjol y maíz; después, aprendió a plantar pimiento, chile, tomate y hortalizas como espinaca, rábano y remolacha. Conocer la riqueza de sus cultivos le trajo más ventajas, pues ahora, en lugar de comprar verduras, las cosecha. “Me dieron semillas y aprendí nuevas técnicas de siembra y de cuidado de la tierra, sin contaminación con venenos”, nos explicó, y añadió que se siente muy feliz por haber recibido un cerdito para criar. Una historia similar nos contó Magdalena Sánchez, de 43 años, habitante de la comunidad Pulay, en el mismo municipio de Nebaj. “Me siento feliz”, dijo. Ella recibió una oveja y un cerdito, y después de aprender técnicas de siembra, hoy es la encargada de uno de los invernaderos de su comunidad. El proyecto de CIEDEG contribuye al fortalecimiento de asociaciones campesinas, de mujeres emprendedoras y de cooperativas de producción a través de la entrega de semillas, animales (cadena productiva de pase) y capacitación en habilidades agrícolas. La cadena productiva de pase consiste en que varias familias reciben animales como cerdos, gallinas y ovejas, y cuando estos se reproducen, son repartidos a otras familias, para que puedan iniciar su proceso de cría y venta. Conoce más sobre los programas de Seguridad Alimentaria que acompañamos en Centroamérica, aquí. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora
Comunidades en Haití se capacitan en producción animal
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Catarina y Juana: Dos mujeres comprometidas con su familia y su comunidad
Catarina y Juana: Dos mujeres comprometidas con su familia y su comunidad Catarina Juárez de León y Juana López García son promotoras locales en el proyecto de seguridad alimentaria y nutrición que CWS apoya en comunidades Maya Mam de Quetzaltenango (Guatemala). Participan 490 familias. | Autora: Erwin Garzona | Catarina, es una valiente madre soltera que lucha para sacar adelante a sus hijas Luci e Imelda, completó sus estudios primarios y trabaja como promotora del proyecto desde hace más de dos años. Juana, es una joven soltera que apoya a sus padres y hermanos, es maestra de educación infantil que, ante la falta de empleo, lanzó como emprendedora una pequeña cafetería que debió cerrar debido al impacto de la pandemia, y es promotora en el proyecto hace poco más de un año. El proyecto, implementado por nuestro socio local CIEDEG (Conferencia de Iglesias Evangélicas en Guatemala), ofrece acceso a recursos agropecuarios como semillas, insumos para preparar abonos, ganado ovino y porcino, y orientación técnica para la producción y aprovechamiento de alimentos, y el mejoramiento de la nutrición. También se impulsa la generación de ingresos mediante la venta de algunos de los productos agrícolas. Asimismo, se promueven los derechos de la mujer y el empoderamiento de las mujeres. Ellas representan más del 90% de participantes directas en el programa. Debido a la pandemia y las limitaciones de movilización y encuentros presenciales, Catarina y Juana se han convertido en los ojos, oídos y manos de CIEDEG en el día a día del proyecto en las comunidades locales. Ellas compran y distribuyen semillas y otros insumos agrícolas, facilitan capacitaciones sobre derechos de las mujeres, hacen monitoreo y seguimiento visitando a las familias y sus huertos, y reportan a CIEDEG sobre dificultades o avances. Recientemente, también aplicaron entrevista para un diagnóstico participativo sobre disponibilidad, acceso, uso y consumo de alimentos, y talla-peso en niñas y niños menores de cinco años. Al preguntarles qué han aprendido a través del proyecto, Catarina y Juana nos contaron que “la convivencia con otras mujeres y con las comunidades nos han dado aprendizajes nuevos”. Señalan que han aprendido sobre agricultura, seguridad alimentaria y derechos de las mujeres. Ellas destacan su compromiso con su comunidad y el agradecimiento que sienten por poder trabajar en el proyecto. No es casual que la primera palabra que me enseñaron en su idioma, el Maya Mam, fue “gracias”: Chjonte. Por otro lado, comentaron que es importante valorarse como mujer, conocer y defender sus derechos. “En San Martín y San Juan, y hasta en mi familia, las mujeres no se daban su lugar y no participaban en la comunidad, o sus esposos les vedaban la participación, se discriminaba a la mujer”, dijo Juana. Esto implicaba que solo los hombres tenían el derecho de trabajar e ir y participar en actividades de la comunidad, y a las mujeres les estaba vedado. Por su parte, Catarina afirmó que “por eso es importante aprovechar las oportunidades y participar”. Y aunque ahora ven más participación de las mujeres, incluyendo la posibilidad para muchas de continuar estudios, los cambios aún son insuficientes. “Tenemos que animar a otras mujeres a que conozcan sus derechos y se valoren, es importante por eso informar y capacitar”, dijo Juana. Y en el contexto del Día Internacional de la Mujer, ella agregó: “Me gustaría decirles a todas las niñas, señoritas, mujeres, que conozcamos nuestros derechos, nos valoremos y participemos en todos los espacios para aprender y poner en práctica la igualdad; es necesario participar para combatir la discriminación y que valoremos a las niñas y mujeres”. “Es importante celebrar el Día Internacional de la Mujer porque habla sobre la igualdad de todos. Todas las mujeres tenemos derecho de trabajar, abuelas, madres, hijas, todas tenemos derechos. Saludo a todas las mujeres en este mismo día”, concluyó Catarina. Conoce algunos de los testimonios de las mujeres que participaron en este proyecto de seguridad alimentaria y nutrición: Josefa y Rosa comparten sobre las iniciativas de sus aldeas en Guatemala. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora
Josefa y Rosa comparten sobre las iniciativas de sus aldeas en Guatemala
Josefa y Rosa comparten sobre las iniciativas de sus aldeas en Guatemala Un grupo de mujeres en Nebaj cosecha los resultados de una siembra cuidada con cariño; y otro, en San Martín Sacatepéquez y San Juan Ostuntalco, cría animales con la cooperación de la comunidad. Historias de cambio. | Autora: Mónica Arango | Cuando el sol aún no asoma sus primeros rayos del día, Josefa Pérez ya está despierta orando. “Pido para que la cosecha aumente, que este año tengamos más siembras”. Por eso, lo primero que hace después de preparar el desayuno y limpiar la casa, es salir a ver sus cultivos de arveja, repollo, brócoli y papa. Al igual que otras mujeres de la aldea La Pista, ubicada en Nebaj, en el departamento El Quiché (Guatemala), ella se esmera y pasa la mayoría de su tiempo en el huerto para cuidar la producción de vegetales que le sirve de alimento a su familia, y de ayuda financiera cuando logran vender la producción en el mercado campesino local, donde venden otros pequeños productores como ella. Esta es una de las iniciativas en las que participan 490 familias como la de Josefa. Se trata del proyecto de Semillas de Esperanza para Seguridad Alimentaria y Nutrición, implementado por CWS a través de su socio local CIEDEG, y con el apoyo de Growing Hope Globally. Además de semillas y plantas, las familias reciben insumos químicos y orgánicos para preparar abonos; materiales para reconstruir o mantener sus invernaderos, sistemas de riego, equipos para aspersión de fertilizantes y plaguicidas orgánicos y/o químicos. Además de Nebaj, el programa se desarrolla en San Martín Sacatepéquez y San Juan Ostuntalco, en el departamento de Quetzaltenango. Los participantes recibieron semillas para sembrar en sus huertas e invernaderos. Algunos también accedieron a capacitaciones en asuntos como derechos humanos, derechos de las mujeres, seguridad alimentaria e higiene. La aldea La Pista está rodeada de montañas y aunque normalmente hace frío, estos primeros días del año han sido cálidos, con poca lluvia. Y sin importar el clima, Josefa y cuatro compañeras más van al huerto y al invernadero a trabajar, luciendo sus trajes típicos de la etnia Maya Ixil: usan faldas largas llamadas ‘cortes’ y blusas amplias llamadas ‘huipiles’, que son de algodón, bordadas con flores, animales y símbolos que identifican a sus comunidades en colores alegres. “Estamos contentas. Ha sido una buena cosecha. En el invernadero tenemos tomate, chile jalapeño, chile pimiento y pepino”, dice Josefa. De igual forma, a unos 135 kilómetros de Nebaj, CIEDEG también implementa el proyecto en seis aldeas: Toj Mech, El Rincón, La Estancia y Toj Alik (en el municipio de San Martín Sacatepéquez); y Nueva Concepción y Agua Blanca (en el municipio de San Juan Ostuncalco). En la Nueva Concepción, conversamos con Rosa Elvira Vásquez, quien cuida de sus animales y cultivos mientras carga a Alexa (18 meses) en la espalda. Ella es la menor de sus cuatro hijas. La familia de Rosa recibió un cerdo hace dos años, gracias al apoyo de CWS y LDS Charities, ahora tienen tres. También recibió semillas y sembró maíz, papa, cilantro, remolacha, rábano y zanahoria. Esta es otra iniciativa que ha traído resultados para las familias de San Martín Sacatepéquez y San Juan Ostuncalco. La cadena productiva de pase consiste en que varias familias reciben animales como cerdos, gallinas y ovejas, y cuando estos se reproducen, son repartidos a otras familias, para que puedan iniciar su proceso de cría y venta. Los recursos que obtienen con esta actividad les ayuda a comprar otros alimentos, medicinas, ropa y útiles escolares para sus hijos. “He aprendido mucho, lo que recogemos en los huertos nos sirve para preparar el almuerzo y las comidas”, dice Rosa, y aunque nos contó que ella no tuvo la oportunidad de estudiar, sus hijas ya entraron a la escuela. En una próxima etapa del proyecto, se ofrecerán talleres de seguridad alimentaria y técnicas agrícolas para los técnicos y promotores de CIEDEG y las organizaciones locales, y se terminará de medir talla y peso en niños menores de cinco años para determinar sus condiciones nutricionales. Fotos: CIEDEG Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora
Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay
Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay Estudiar está abriendo una puerta de posibilidades a los habitantes del Bajo Chaco paraguayo. Integrantes de comunidades indígenas cuentan sobre sus logros tras capacitarse en producción agrícola y apícola, entre otros asuntos. | Autora: Mónica Arango | Uno de los deseos más grandes de Teresa Benítez, habitante de El Espinillo, es «estudiar, conocer quién es la A, la B y las otras letras también”. Ella tiene 76 años, se dedica a la siembra de hortalizas y producción de miel, y vive con su esposo y sus dos hijos. Por su parte, Jorgelina Flores y un grupo de mujeres de la comunidad Yakye Acá, han manifestado la misma necesidad: «Queremos leer y escribir, y no morir haciendo solamente nuestra firma con huellas dactilares”. Y en la comunidad Sawhoyamaxa, Mariana Ayala comenta que después de haberse capacitado, “es hora de despertarnos y de hacer valer nuestros derechos por la educación de nuestros niños”. Todas ellas tienen algo en común: participan en el proyecto ‘Desarrollo Rural Integral en Comunidades Indígenas del Bajo Chaco Paraguayo’, implementado por CWS a través de su socio local, Pastoral Social Diocesana de Benjamín Aceval, con el apoyo de Growing Hope Globally. El programa incluye actividades como instalación de huertas, capacitación en derechos humanos, civiles y políticos, salud indígena, producción agrícola y apícola, excavación de pozos someros donde hubo escasez de agua, entre otros aspectos vitales para las comunidades de la región. Antes de participar en las formaciones sobre siembra de semillas y producción de alimentos, Alodia González no sabía cómo generar ingresos para su familia. Con lo aprendido en agricultura y apicultura, ella lideró el proceso productivo de la huerta comunitaria y comenzó a trabajar con sus propias cajas apícolas para producir miel. El proceso productivo de miel inició en septiembre del 2021 y terminó con la última cosecha en febrero de este año. “Con la buena producción de miel estamos generando ingresos económicos muy importantes para el sostenimiento de mi familia; la miel la cosechamos de las cajas apícolas y la vendemos acá en la comunidad o nos organizamos y vendemos en ferias en Asunción (Paraguay)”, dijo Alodia. También añadió que “con la huerta pudimos comer lechugas, perejil y otras verduras producidas por nosotras”. Y aunque las huertas sufrieron daños por las temporadas de calor en el 2021 y esto retrasó el crecimiento de las hortalizas sembradas, más adelante se retomó la siembra de arbolitos frutales (390) como limón, naranja, mandarina, pomelo y mango. En la comunidad de Alodia también recibieron tejido de alambre para el cercado de la huerta comunitaria, así como herramientas, semillas y asistencia técnica para la elaboración de alimentos a partir de productos cultivados. En total, se activaron 11 huertas con la participación de 75 familias. “Nosotras guardamos nuestras semillas, ahora ya plantamos y están germinando todas nuestras semillas que juntamos el año pasado”, indicó Herminia González, productora agrícola de la aldea Lolaico Guasu, comunidad Laguna Pato. Por otro lado, uno de los mayores desafíos sigue siendo la falta de agua para consumo humano y producción durante los periodos largos de sequía. Por eso, para aumentar la cantidad de fuentes de agua, se excavaron 24 pozos someros en 15 aldeas. De estos, 10 son de agua dulce y abastecerán a las comunidades más afectadas en en tiempos de sequía y escasez de agua de lluvia. Un total de 301 familias resultaron beneficiadas. “Para que mejore la educación en todas las comunidades, debemos unirnos todos para mejorar”, afirmó Leonardo Martínez, líder de la aldea 26 de Junio, Espinillo. Durante la ejecución del proyecto de desarrollo rural también se han atendido necesidades básicas de 520 familias por causa de la pandemia por el Covid-19. Se han donado kits de alimentos no perecederos de 12 kg. en los lugares donde más se dificulta el acceso porque no hay carreteras o vías. Este año, al igual que las actividades mencionadas, continúa el objetivo de empoderar a los miembros de las comunidades, para que puedan autogestionar sus producciones y cultivos. Relacionadas: –
De estufas a jardines, agua y ganado, la familia de Esmeralda está prosperando
De estufas a jardines, agua y ganado, la familia de Esmeralda está prosperando Esmeralda Robles es una de las participantes del proyecto desarrollado por CASM (Comisión de Acción Social Menonita), con el apoyo de CWS y GHG (Growing Hope Globally). | Autor: Mónica Arango | Preparar el caldo de gallina con albahaca, orégano y guineos verdes o el pescado frito que tanto le gustan a su hijo y esposo ahora es más fácil y menos dañino para su salud. En la cocina de Esmeralda Robles (27 años) hoy se usa menos leña, se cocina más rápido y se ahorra tiempo de preparación. Antes, su casa quedaba cubierta de hollín, una sustancia negra, muy fina y grasienta que forma el humo y queda adherida a las superficies. “Ahora, con una carguita de leña, uno cocina, no necesita mucha, a diferencia del fogón que teníamos antes, y es de mucha ayuda que no haya humo, por los pulmones, antes tenía una tos permanente”, dice Esmeralda. Esta es una de las ventajas que trae el ecofogón que ella y 58 familias más adecuaron en sus casas para preparar comidas sin aumentar la polución ambiental. La contribución más importante de las estufas ecológicas, sin embargo, es la reducción significativa en el uso de leña. Se trata de una de las actividades de prácticas ecológicas y adaptación al cambio climático del programa Gobernanza y productividad ecológica para la seguridad alimentaria y nutricional, desarrollado por CASM (Comisión de Acción Social Menonita), con el apoyo de CWS. El proyecto se implementó en las municipalidades de Macuelizo, Nueva Frontera y Azacualpa, en el departamento de Santa Bárbara, Honduras, y en total, participan 500 familias de áreas rurales con recursos económicos limitados. Esmeralda vive en la comunidad de Vainillas, en el municipio de Macuelizo. El clima es cálido y a veces, hace frío en la mañana. En este lugar hay unas 50 viviendas ubicadas cerca a un bosque de pino y árboles grandes de tamarindo y mango. Después de transitar varias carreteras y caminos, se alcanza a divisar la casa verde donde vive Esmeralda con su esposo Rigoberto López y su hijo Diego López Robles. La mujer comenta que su comunidad es “un lugar bonito con gente amable, de buena convivencia, todos nos conocemos porque estamos desde siempre. Yo nací y crecí aquí”. En Macuelizo ya todos recibieron las dos dosis de la vacuna de Covid-19 y mantienen el uso de mascarilla, así como el lavado constante de las manos. A través de la actividad “cadena de pase”, Esmeralda recibió varios animales de crianza. Esta iniciativa consiste en que una familia recibe un cerdo, oveja o vaca preñada, la alimenta y cuida, y cuando nace la próxima cría, se pasa a otra familia, que a su vez hará lo mismo. Hoy, Esmeralda tiene una cerda preñada, dos ovejas, un ovejo y 30 gallinas. Otras iniciativas de CASM en la comunidad donde vive Esmeralda incluyen la instalación de tuberías para el paso de agua potable (antes, las familias tenían un acceso limitado al recurso hídrico) y el cultivo de peces tilapias, cría de vacas, ovejas y gallinas. Esmeralda ha participado en capacitaciones de siembra de cultivos y producción de abono, recibió semillas y hoy en día produce la mayoría de alimentos que su familia consume, como por ejemplo, plátano maduro, ayote, chiles y yuca, que los tiene en su parcela; además, los vende o intercambia con sus vecinos. Ella y su familia también aprendieron sobre alimentación y nutrición, higiene, manejo de basuras y protección del medio ambiente. En las ocasiones especiales, como Navidad o Año Nuevo, el plato que preparan en casa son tamales con carne (es una comida tradicional que tiene una base de maíz y un relleno de verduras, papa y carne, se sirve envuelto en hojas de plátano). “Aquí siempre lo pasamos en familia, vamos a la iglesia, somos católicos, vamos un rato y estamos juntos para compartir una cena”. El próximo proyecto en casa de Esmeralda es conseguir un biodigestor para aprovechar más los residuos de materia orgánica en descomposición (como los excrementos de animales) y producir gas metano. “Un sueño que tenemos como familia es tener una microempresa o una venta y producción de carne. Lo primero que vamos a hacer es comprar el congelador”, dice Esmeralda y añade que con el dinero que consigan planean ampliar la casa, que hoy tiene dos habitaciones. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora
Mujeres que nos desafían
Mujeres que nos desafían | Autora: Erwin Garzona | Andrea Barrios y su equipo de voluntarias del Colectivo Artesana, organización socia de CWS, han estado trabajando por años incidiendo por la defensa de los derechos de los niños con padres en situación de cárcel, y por las mujeres y hombres en prisión. Y han tenido logros relevantes: Los niños con padres encarcelados aparecen ahora en dos políticas públicas guatemaltecas, algo poco común en los países de la región. Además, con apoyo de CWS, el Colectivo Artesana entregó artículos de limpieza e higiene a mujeres en prisión y suplemento alimenticio para niños pequeños que viven en prisión con sus madres como respuesta a la crisis por el Covid-19. También con apoyo de donaciones privadas y de CWS respondieron a la emergencia por los huracanes Eta e Iota. Andrea señala: “entregamos 40 toneladas de ayuda entre ropa, zapatos, botas de goma, sábanas, alimentos, utensilios de cocina, artículos de higiene y limpieza, colchones e incluso viviendas temporales. La gente confió en nosotros gracias a la información, fotografías y videos que enviamos donde pudieron ver que llegaba ayuda por tierra, aire o barco para las comunidades afectadas”. Y últimamente han trabajado con las cárceles de hombres para crear áreas de visita adaptadas a los niños para que los niños se sientan más cómodos cuando realizan la visita. Enfrentando incluso riesgos a su propia seguridad, su repuesta fue “hay trabajo por hacer y no podemos detenernos hasta que lo hagamos”. Y añade: “nuestras acciones han sido impulsadas principalmente por mujeres. Hay fuerza y experiencia para que las mujeres reaccionen de manera ágil y responsable y se aseguren de que la ayuda llegue al mayor número de personas”. En el Día Internacional de la Mujer, celebramos a Andrea, su equipo y las mujeres como ella de todo el mundo que no se detendrán hasta que el trabajo esté terminado. Su determinación nos desafía. Marta Brito Brito y Esther Brito Raymundo son participantes de nuestro programa de seguridad alimentaria en Guatemala. Marta ha aprendido a preparar abono orgánico y preparar comidas nutritivas para los niños. Y Esther ha participado en la Red de Mujeres que CIEDEG organizó para las participantes del programa. Ambas han trabajado cosechando hortalizas en los huertos e invernaderos que apoya el programa. Nuestra organización socia, CIEDEG, nominó a Marta y Esther a una beca para un curso de nueve meses a través del Asian Rural Institute. Ambas podrán ir a Japón para desarrollar sus habilidades de liderazgo a través de experiencias en prácticas agrícolas. Sobre su participación en la Red de Mujeres, Esther nos dice: “aprendí que hay que tener en cuenta a las mujeres, que se debe apoyar la participación de las mujeres, la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Debemos tener en cuenta que tenemos los mismos derechos que los hombres. Podemos trabajar en el campo como los hombres; por eso las mujeres estamos motivadas para seguir luchando, trabajando y demostrando que somos capaces. La equidad de género se debe demostrar con hechos”. Y sobre la beca a la que asistirá en Japón, Marta reacciona: “El liderazgo que quiero lograr como mujer es tener una mayor capacidad para ayudar a las personas más desfavorecidas de mi comunidad y asegurar su bienestar”. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, celebramos a estas mujeres ixiles que están liderando a sus comunidades hacia un futuro mejor. ¡Buen trabajo Marta y Esther! Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora