Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay

Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay Estudiar está abriendo una puerta de posibilidades a los habitantes del Bajo Chaco paraguayo. Integrantes de comunidades indígenas cuentan sobre sus logros tras capacitarse en producción agrícola y apícola, entre otros asuntos. | Autora: Mónica Arango | Uno de los deseos más grandes de Teresa Benítez, habitante de El Espinillo, es «estudiar, conocer quién es la A, la B y las otras letras también”. Ella tiene 76 años, se dedica a la siembra de hortalizas y producción de miel, y vive con su esposo y sus dos hijos.   Por su parte, Jorgelina Flores y un grupo de mujeres de la comunidad Yakye Acá, han manifestado la misma necesidad: «Queremos leer y escribir, y no morir haciendo solamente nuestra firma con huellas dactilares”. Y en la comunidad Sawhoyamaxa, Mariana Ayala comenta que después de haberse capacitado, “es hora de despertarnos y de hacer valer nuestros derechos por la educación de nuestros niños”.   Todas ellas tienen algo en común: participan en el proyecto ‘Desarrollo Rural Integral en Comunidades Indígenas del Bajo Chaco Paraguayo’, implementado por CWS a través de su socio local, Pastoral Social Diocesana de Benjamín Aceval, con el apoyo de Growing Hope Globally.    El programa incluye actividades como instalación de huertas, capacitación en derechos humanos, civiles y políticos, salud indígena, producción agrícola y apícola, excavación de pozos someros donde hubo escasez de agua, entre otros aspectos vitales para las comunidades de la región. Antes de participar en las formaciones sobre siembra de semillas y producción de alimentos, Alodia González no sabía cómo generar ingresos para su familia. Con lo aprendido en agricultura y apicultura, ella lideró el proceso productivo de la huerta comunitaria y comenzó a trabajar con sus propias cajas apícolas para producir miel.   El proceso productivo de miel inició en septiembre del 2021 y terminó con la última cosecha en febrero de este año.   “Con la buena producción de miel estamos generando ingresos económicos muy importantes para el sostenimiento de mi familia; la miel la cosechamos de las cajas apícolas y la vendemos acá en la comunidad o nos organizamos y vendemos en ferias en Asunción (Paraguay)”, dijo Alodia.   También añadió que “con la huerta pudimos comer lechugas, perejil y otras verduras producidas por nosotras”.   Y aunque las huertas sufrieron daños por las temporadas de calor en el 2021 y esto retrasó el crecimiento de las hortalizas sembradas, más adelante se retomó la siembra de arbolitos frutales (390) como limón, naranja, mandarina, pomelo y mango.   En la comunidad de Alodia también recibieron tejido de alambre para el cercado de la huerta comunitaria, así como herramientas, semillas y asistencia técnica para la elaboración de alimentos a partir de productos cultivados. En total, se activaron 11 huertas con la participación de 75 familias.   “Nosotras guardamos nuestras semillas, ahora ya plantamos y están germinando todas nuestras semillas que juntamos el año pasado”, indicó Herminia González, productora agrícola de la aldea Lolaico Guasu, comunidad Laguna Pato.   Por otro lado, uno de los mayores desafíos sigue siendo la falta de agua para consumo humano y producción durante los periodos largos de sequía. Por eso, para aumentar la cantidad de fuentes de agua, se excavaron 24 pozos someros en 15 aldeas. De estos, 10 son de agua dulce y abastecerán a las comunidades más afectadas en en tiempos de sequía y escasez de agua de lluvia. Un total de 301 familias resultaron beneficiadas.   “Para que mejore la educación en todas las comunidades, debemos unirnos todos para mejorar”, afirmó Leonardo Martínez, líder de la aldea 26 de Junio, Espinillo.   Durante la ejecución del proyecto de desarrollo rural también se han atendido necesidades básicas de 520 familias por causa de la pandemia por el Covid-19. Se han donado kits de alimentos no perecederos de 12 kg. en los lugares donde más se dificulta el acceso porque no hay carreteras o vías.   Este año, al igual que las actividades mencionadas, continúa el objetivo de empoderar a los miembros de las comunidades, para que puedan autogestionar sus producciones y cultivos. Relacionadas: –

Mujeres que nos desafían

Mujeres que nos desafían | Autora: Erwin Garzona | Andrea Barrios y su equipo de voluntarias del Colectivo Artesana, organización socia de CWS, han estado trabajando por años incidiendo por la defensa de los derechos de los niños con padres en situación de cárcel, y por las mujeres y hombres en prisión. Y han tenido logros relevantes: Los niños con padres encarcelados aparecen ahora en dos políticas públicas guatemaltecas, algo poco común en los países de la región. Además, con apoyo de CWS, el Colectivo Artesana entregó artículos de limpieza e higiene a mujeres en prisión y suplemento alimenticio para niños pequeños que viven en prisión con sus madres como respuesta a la crisis por el Covid-19. También con apoyo de donaciones privadas y de CWS respondieron a la emergencia por los huracanes Eta e Iota. Andrea señala: “entregamos 40 toneladas de ayuda entre ropa, zapatos, botas de goma, sábanas, alimentos, utensilios de cocina, artículos de higiene y limpieza, colchones e incluso viviendas temporales. La gente confió en nosotros gracias a la información, fotografías y videos que enviamos donde pudieron ver que llegaba ayuda por tierra, aire o barco para las comunidades afectadas”. Y últimamente han trabajado con las cárceles de hombres para crear áreas de visita adaptadas a los niños para que los niños se sientan más cómodos cuando realizan la visita. Enfrentando incluso riesgos a su propia seguridad, su repuesta fue “hay trabajo por hacer y no podemos detenernos hasta que lo hagamos”. Y añade: “nuestras acciones han sido impulsadas principalmente por mujeres. Hay fuerza y experiencia para que las mujeres reaccionen de manera ágil y responsable y se aseguren de que la ayuda llegue al mayor número de personas”. En el Día Internacional de la Mujer, celebramos a Andrea, su equipo y las mujeres como ella de todo el mundo que no se detendrán hasta que el trabajo esté terminado. Su determinación nos desafía. Marta Brito Brito y Esther Brito Raymundo son participantes de nuestro programa de seguridad alimentaria en Guatemala. Marta ha aprendido a preparar abono orgánico y preparar comidas nutritivas para los niños. Y Esther ha participado en la Red de Mujeres que CIEDEG organizó para las participantes del programa. Ambas han trabajado cosechando hortalizas en los huertos e invernaderos que apoya el programa. Nuestra organización socia, CIEDEG, nominó a Marta y Esther a una beca para un curso de nueve meses a través del Asian Rural Institute. Ambas podrán ir a Japón para desarrollar sus habilidades de liderazgo a través de experiencias en prácticas agrícolas. Sobre su participación en la Red de Mujeres, Esther nos dice: “aprendí que hay que tener en cuenta a las mujeres, que se debe apoyar la participación de las mujeres, la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Debemos tener en cuenta que tenemos los mismos derechos que los hombres. Podemos trabajar en el campo como los hombres; por eso las mujeres estamos motivadas para seguir luchando, trabajando y demostrando que somos capaces. La equidad de género se debe demostrar con hechos”. Y sobre la beca a la que asistirá en Japón, Marta reacciona: “El liderazgo que quiero lograr como mujer es tener una mayor capacidad para ayudar a las personas más desfavorecidas de mi comunidad y asegurar su bienestar”. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, celebramos a estas mujeres ixiles que están liderando a sus comunidades hacia un futuro mejor. ¡Buen trabajo Marta y Esther! Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora

El derecho de las mujeres al agua: una “ruta de aprendizaje” en Argentina

El derecho de las mujeres al agua: una «ruta de aprendizaje» en Argentina | Autora: Agustina Ramos Mejia | Estamos a finales de octubre y la primavera acaba de comenzar en Argentina. Sin embargo, en el chaco parece que estamos en pleno verano y la temperatura alcanza fácilmente los 43 °C. En Orán, una ciudad en la provincia de Salta, treinta mujeres se encontraron para participar en una “ruta de aprendizaje”, intercambiar experiencias y aprender nuevas tecnologías de recolección de agua de lluvia. La «ruta de aprendizaje” es una metodología de formación basada en la experiencia y los saberes de las participantes. La ruta, que incluye momentos para el intercambio de información, análisis y reflexión, fue organizada por Fundapaz (Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz), socio local de CWS desde hace más de 15 años. El Gran Chaco es una región semiárida donde el acceso al agua segura es un derecho históricamente vulnerado. Durante cuatro días, 30 mujeres indígenas y criollas conversaron, rieron y compartieron sus experiencias sobre la situación de acceso al agua en sus comunidades y las estrategias para su uso y gestión dentro de sus familias. Dependiendo de la estación (lluviosa o seca), mujeres, niñas y niños pasan muchas horas del día caminando y transportando agua para el consumo humano, para los animales y para regar los cultivos. Donde quiera que se vaya en el Chaco, las personas dirán que el agua es el principal problema que requiere una solución urgente y a largo plazo. A lo largo de los años, los diferentes gobiernos han dado la espalda a estas familias y comunidades. La escasez de agua es una de las principales características de la vida en el Chaco y su ausencia afecta a todas las personas y a todas las actividades; pero el impacto es diferente en la vida de hombres y mujeres. Esta fue una de las reflexiones de la ruta de aprendizaje, donde una de las participantes compartió: “Las mujeres nos ocupamos y nos preocupamos porque haya agua para nuestras familias y animales, pero a la hora de las gestiones públicas los hombres siguen siendo los protagonistas”. A lo largo de los días, las mujeres aprendieron sobre el derecho al agua y al saneamiento, estrategias para la incidencia política y la que fue su parte favorita: una capacitación práctica sobre cómo construir una cisterna de recolección de agua de lluvia. A pesar del calor, se involucraron activamente en el proceso de construcción de una cisterna en el terreno de una pequeña iglesia anglicana en la comunidad wichi de Los Blancos. Un grupo de participantes, de los parajes Fortín Olmos y Fortín Charrúa del norte de Santa Fe, venían con la experiencia de construir 17 cisternas y compartieron sus aprendizajes y conocimientos guiando al grupo junto a los técnicos “cisterneros” de la comunidad. Ellas expresaron: «las cisternas de recolección de agua de lluvia cambiaron nuestras vidas, ahora podemos tener algo de tiempo libre y podemos planificar nuestro tiempo mejor». En un mundo donde según Naciones Unidas “las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente”, contribuir al acceso a agua tiene un fuerte impacto de género. En los próximos años, CWS continuará apoyando y promoviendo este derecho tan vulnerado en la región chaqueña y en particular la formación y participación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones. Relacionadas: Gran Chaco Sudamericano “Detrás de mi historia, hubo una familia que me abrazó” 1 de abril, 2022Leer ahora Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay 2 de marzo, 2022Leer ahora

Semillas de esperanza en Nebaj, Guatemala

Semillas de esperanza en Nebaj, Guatemala | Autor: Erwin Garzona | Nebaj es uno de los tres municipios de la región Maya ixil en el departamento de Quiché en Guatemala, y es donde se implementa el proyecto «Semillas de Esperanza» apoyado por CWS, en las comunidades de Pexlá Grande, Pulay, Turanza y Visaj Cup. Al igual que muchas comunidades rurales en Guatemala, Nebaj fue afectado por el conflicto armado interno de Guatemala. El conflicto duró tres décadas y se caracterizó por una brutal táctica militar de masacre de civiles mayas para mantener un reino de terror. Según el informe de la Arquidiócesis de Guatemala llamado “Guatemala: Nunca más”, un total de 263 masacres se registraron en el departamento de Quiché durante la guerra. De ellos, 105 ocurrieron en la Región Ixil, incluidas 49 masacres en Nebaj. Las comunidades de Pexlá Grande y Pulay se encuentran entre las comunidades que sufrieron masacres. Y en Turanza hay población retornada, pues sus residentes huyeron a otras partes del país o se exiliaron durante el conflicto y luego regresaron con la firma de los Acuerdos de Paz en 1996. El mes pasado, hice mi primera visita a Nebaj como nuevo Representante Regional de CWS para Centroamérica y México. Desde que puse pie en Pexlá Grande, sabía que estaba en el suelo donde sucedieron cosas terribles. Este fue el sitio de una masacre del ejército. La gente Ixil recuerda, y ese recuerdo todavía duele. La comunidad Ixil, sin embargo, es más que esa historia. Es una comunidad que sueña y construye. Ha fortalecido sus organizaciones locales y exigió una compensación. Es por eso que el nombre del programa, Seeds of Hope, se ajusta tan bien. Ya no se trata solo de plantar vegetales, sino de dar esperanza a las mujeres que participan en el proyecto y desarrollar resiliencia. Algunos de ellas están sembrando y cosechando los frutos de su trabajo agrícola por primera vez, cultivando alimentos para el consumo y vendiendo otra parte en los mercados locales, lo que genera ingresos adicionales. Sus huertos están floreciendo con hasta 70 especies, y sus invernaderos tienen hasta 16. Vi tomate, cebolla, pepino, repollo, rábano, chiles, acelgas, remolachas, papas y frijoles. Había hierbas como el cilantro y la menta, y frutas como manzana, pera, maracuyá, limones y limas. Me contaron cómo están aprovechando estos productos en su dieta y combinándolo con lo que han aprendido sobre higiene y preparación de alimentos mientras cuidan a sus hijos. Sentí el orgullo y la alegría irradiando de ellas cuando me contaron sobre su trabajo. Catarina Rivera Matom y Elena Matom de la comunidad de Turanza lo expresan de esta manera: “Este trabajo que hacemos nos da la esperanza de que todo será mejor. Por eso estamos felices «. Nuestra nación de Guatemala aún enfrenta desafíos y adversidades, pero la esperanza que tienen estas mujeres es contagiosa. Estoy ansioso por volver a Nebaj pronto para ver como el programa continúa y ver a estas mujeres cumplir sus sueños. Nota: El 9 de marzo de 2020, comenzó la fase de documentación previa al juicio por crímenes contra la humanidad que se sigue contra altos funcionarios militares en Guatemala. Los militares enfrentan cargos por atrocidades cometidas contra población civil en las comunidades Maya Ixil de los municipios de Nebaj, Chajul y Cotzal que sucedieron entre 1978 y 1982. Entre los casos sobre los que se presentó documentación están los de Pexla Grande y Pulay, donde CWS, CIEDEG y la Coordinación de Desarrollo Integral Ixil (CODI) están llevando a cabo el proyecto “Semillas de Esperanza”. Erwin Garzona es el Representante regional de CWS para Centroamérica y México.Gracias a CROP Hunger Walkers y Growing Hope Globally por hacer posible este programa, y a CIEDEG, nuestro socio en el terreno en Guatemala. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora

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