Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras | Autor: CWS| Church World Service fue fundada en 1946 “para hacer en colaboración lo que ninguno de nosotros podría lograr por sí solo”. Hoy, ese espíritu sigue presente en nuestro enfoque, y es fundamental en nuestra participación en el proyecto de cinco años que se lanzó recientemente: Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). El propósito es atender las necesidades de la población más vulnerable a desastres climáticos en Honduras. La Sierra del Merendón, ubicada en la costa norte, cerca de la frontera con Guatemala, es una región montañosa que se eleva desde el nivel del mar hasta los 2,438 metros en solo 8 kilómetros. Alberga a casi 300.000 personas distribuidas en 238 comunidades. Los modelos climáticos muestran un aumento en las temperaturas diarias promedio y una disminución de la precipitación anual, lo que afectará a más a quienes dependen de la agricultura de subsistencia. La Comisión de Acción Social Menonita (CASM), socio de CWS desde hace muchos años, será el encargado de implementar el proyecto a través de un enfoque integral que incluye capacitación agrícola, fortalecimiento de sistemas de mercado, creación de estaciones meteorológicas y sistemas de alerta temprana, reducción del riesgo de desastres, movilización comunitaria y coordinación con instituciones nacionales y regionales para implementar políticas de gestión de riesgos climáticos. Más de 57.000 personas participarán activamente en el proyecto, y más de 3.600 familias se beneficiarán de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes. María Cristina Reyes, presidenta de la Asociación de Patronato en el sector Las Delicias, reflexionó sobre las dificultades que han enfrentado en el pasado para prosperar con las cosechas de la tierra: “Teníamos muchos alimentos y no sabíamos qué hacer con ellos. Tocamos muchas puertas y nadie nos ayudó. Fue indignante porque formamos parte de la sociedad.” También reafirmó su compromiso de cooperar con CASM: “Para nosotros, es un sueño hecho realidad que lleguen a nuestras comunidades para mejorar la calidad de vida de nuestras familias, del medio ambiente y de nuestras tierras.” Este proyecto, con una inversión de 7.2 millones de dólares, es un ejemplo clave de estrategias de adaptación al cambio climático y refleja el compromiso de largo plazo de CWS con las alianzas locales. Además, es la primera vez que los cinco gobiernos locales de la Sierra del Merendón se unen para ejecutar acciones de mitigación frente a la crisis ambiental. CWS ha trabajado en Honduras desde finales de los años 70 y con CASM desde 2007. Programas anteriores incluyen el de seguridad alimentaria, que sirvió como modelo para esta propuesta, y un programa de recuperación ante desastres, en respuesta a los huracanes Eta e Iota en 2020. “Trabajamos con CWS debido a nuestro enfoque compartido en atender las necesidades urgentes de las familias más vulnerables y por nuestros valores comunes de respeto, solidaridad, equidad, justicia y servicio”, comentó Nelson García Lobo, director ejecutivo de CASM. CWS seguirá liderando actividades clave como la inclusión de poblaciones vulnerables y la documentación de estrategias de adaptación al cambio climático. Otro aliado en el proyecto fue la Cámara de Comercio e Industrias de Choloma. Los programas de capacitación a largo plazo, centrados en prácticas ambientales inteligentes, son una de nuestras principales estrategias para combatir las causas de la pobreza y el hambre en la región. Centroamérica Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora “Formo parte del brazo que alimenta al mundo” 14 de agosto, 2023Leer ahora
Archivo de etiqueta: Honduras
Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia
Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia | Autor: CWS | En la comunidad de Cunta, una pequeña vereda de Macuelizo, Santa Bárbara (Honduras), doña Santos está inspirando un cambio. Ella atravesó una fase de muchos desafíos tras la pérdida de su esposo y uno de sus cinco hijos, pero con el apoyo de su familia, logró sobreponerse y pasó de ayudar en la venta de verduras de un terreno ajeno a tener su propio espacio de cultivo. Ahora, cuenta con un equipo de jóvenes de la comunidad que la apoyan en la distribución de las verduras que cosecha y ya está planeando abrir su propia tienda. La suya es una de las 21 familias de la zona que están participando en el proyecto ‘Produce Verde’, implementado por nuestro socio local Comisión de Acción Social Menonita CASM, con el apoyo de Growing Hope Globally. En total, son 750 familias en los municipios de Macuelizo, Nueva Frontera y Azacualpa. “Por aquí siempre hemos tenido problemas de agua. Yo antes no sabía usar la motobomba, todo era más difícil. Después, fuimos aprendiendo más cosas”, cuenta doña Santos. Y es que precisamente, uno de los componentes del proyecto es la Seguridad Alimentaria Nutricional y Agricultura Familiar, que se enfoca en la formación en salud y nutrición de las familias rurales para fortalecer sus capacidades y promover su desarrollo. Familias como las de doña Santos reciben acompañamiento técnico, participan en diversas actividades de producción, saneamiento ambiental y prácticas sostenibles. Los participantes también asisten a reuniones con el gobierno local y a actividades sobre los derechos de las mujeres, emprendimiento y autocuidado. Participando en las formaciones, doña Santos aprendió a usar abonos orgánicos, aumentó la calidad de sus cultivos y aprendió a manejar sus ingresos. “Me siento muy bien porque ahora que estoy en este proyecto, he prosperado un poco. Tampoco tengo que comprar comida para mi familia, todo viene de la tierra. A veces, compramos chile. Ya estuve con un grupo de mujeres aprendiendo a hacer encurtidos.” Después de muchos años con una rutina que comienza a las 4:30 de la mañana, el trabajo de doña Santos se ha vuelto desgastante para su salud, pues a veces le duele mucho una rodilla y no puede salir a vender en su carreta. Sin embargo, ella ya está pensando en una solución: “Pienso poner una tienda para vender mis cosas. Yo no guardo el dinero sino que lo voy invirtiendo otra vez en el negocio”, dijo. Además de su proyecto con frutas y verduras, ella tiene un corral de gallinas y ya está preparando otro espacio para recibir la donación de un cerdo. Haz clic aquí para conocer más sobre los programas que acompañamos en Centroamérica. Relacionadas: Historias de cambio Voces de mujeres indígenas 27 de agosto, 2024Leer ahora “Animo a todos los jóvenes a aprender una profesión” 30 de julio, 2024Leer ahora “Las mujeres de esta comunidad parecen haber despertado de un largo sueño” 24 de julio, 2024Leer ahora
Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua
Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua | Autor: CWS| En el remoto pueblo de Pinabete, zona rural de Honduras, la lucha por el derecho al agua y la acción de una pequeña comunidad dio resultados. El líder Elías Pérez asumió el desafío de trabajar en incidencia política, y no solo logró persuadir al gobierno local para que les diera permiso de utilizar una fuente de agua que hallaron cerca, sino también los recursos para construir la infraestructura necesaria y llevar el vital líquido a todos. Don Elías vive con su esposa y dos hijas, se dedica a la recolección de café y la siembra de hortalizas y granos. Él es el presidente de la junta de agua en el Pinabete y de la Asociación de las Juntas de Agua en el municipio de Azacualpa. “Todo ha sido como una misión para mí. Vamos a lograr cubrir tres comunidades”, dijo. En medio de su labor, él conoció al equipo de la Comisión de Acción Social Menonita CASM en la zona y entró a participar en el proyecto que busca mejorar las condiciones de vida de las personas a través de entrega de insumos agrícolas y capacitaciones. Además de los insumos, Don Elías recibió apoyo para la construcción de una letrina para su familia. A través de CASM, en coordinación con las autoridades locales, y el apoyo financiero de Growing Hope Globally, lograron destinar recursos para comprar tubos, válvulas y cemento. El próximo año (2024) comenzará el proyecto de abastecimiento con el que cerca de 300 habitantes recibirán agua. Para César Yovani Soriano, del equipo regional de CASM en Santa Bárbara, “el abastecimiento de agua con calidad y segura para las familias es una prioridad. Don Elías es una conexión importante porque él está liderando las juntas de agua locales; él nos ayuda a identificar necesidades de las comunidades y gestionar recursos del gobierno local”. En el caso de las letrinas, se identifican a las familias que más la están necesitando. Les ayudan con la tasa campesina (un sanitario de cierre hidráulico y una pila de almacenamiento de agua) y las láminas de aluminio para cubrirla. En los casos en los que las familias completaron más de 20 años con una letrina; el apoyo fue para actualizarla o repararla. A través de esfuerzos colaborativos, Pinabete pasó de ser una comunidad que luchaba por el acceso al agua a una empoderada con los recursos esenciales para una vida mejor. Don Elías concluyó diciendo que “hay que sembrar, porque de lo que yo siembre en esta tierra, es como todo mundo me va a recordar. Ese es mi deseo, dejar huellas bien plantadas”. Agradecemos a la Comisión Menonita de Acción Social (CASM) por su liderazgo en este programa y a la generosidad de Growing Hope Globally por su apoyo. Personas migrantes y refugiadas ¿Cómo la migración exige una actuación multisectorial? 21 de septiembre, 2023Leer ahora El trabajo de los defensores de migrantes en “un país de impunidad” 20 de septiembre, 2023Leer ahora Desde el Darién hasta México: el rol de las organizaciones basadas en la fe 19 de julio, 2023Leer ahora
De aprendiz a líder de proyectos en su comunidad
De aprendiz a líder de proyectos en su comunidad | Autor: CWS | Durante la pandemia, los valores y el estilo de vida de Pedro fueron puestos a prueba. La inflación en Honduras y el cierre de tiendas en su comunidad, dificultaron que él y su familia tuvieran acceso a los alimentos y suministros necesarios para mantener sus cosechas. Eventualmente, la esposa de Pedro sugirió que ella podría migrar a los Estados Unidos para buscar empleo. “Para mí, fue como una puñalada en el corazón porque nunca he querido que nuestra familia esté separada”, dijo Pedro. A pesar de los desafíos que enfrentaban, Pedro y su esposa se aferraron a su fe y decidieron permanecer juntos. Después de esta decisión, su familia recibió la bendición que tanto esperaba. Nuestro socio en este país, la Comisión de Acción Social Menonita, CASM, los invitó a participar en el programa de seguridad alimentaria. Pedro recibió gallinas, un cerdo, varias ovejas y una vaca; también participó de una capacitación sobre cómo cuidar de los animales y cultivar un huerto. CASM ayudó a Pedro a transformar su hogar para. Hoy, Pedro es un experto en el cuidado de animales, fertilización y vegetación. Su hogar ahora alimenta a su familia y es un lugar de capacitación para toda la comunidad. Al igual que muchos grandes líderes, Pedro es humilde y nunca ha buscado estar en el centro de atención. Vive una vida tranquila en el campo de Honduras, donde pasa la mayor parte de los días trabajando en sus cultivos y plantaciones de café. Es un hombre de fuertes valores y es líder en la Iglesia Católica, donde encuentra alegría en enseñar a las familias sobre el regalo que son el uno para el otro. Este hombre se ha convertido en mentor y líder en su comunidad y ha transmitido sus conocimientos a sus vecinos. Él dice: “Honestamente, nunca quise ser un modelo a seguir, pero simplemente sucedió. Cada vez que hago algo, le pido a Dios que me guíe e invito a otros a ver lo que estoy haciendo para que puedan aplicarlo a sus propias vidas”. Agregó que aunque a veces le resulta incómodo que lo llamen modelo a seguir, también es motivador. “Me hace querer ser mejor cada día. ¿Por qué? Porque si soy su modelo a seguir, debo ser mejor cada día para que puedan beneficiarse al máximo de estas prácticas”. Pedro atribuye todo su éxito a Dios. Atribuye la primera llamada telefónica sobre el programa como una intervención divina. “Ni siquiera vi quién estaba llamando. Dije: es Dios quien llama y contesté. Desde entonces, hemos estado viendo la luz, como decimos, a través de estos programas”, nos dijo Pedro. Agregó que desde que se unieron al programa, su familia ha tenido un buen ingreso que les permitirá mantener una vida feliz juntos en su país. Conoce más del programa de seguridad alimentaria aquí. Relacionadas: Centroamérica y México Nutriendo el futuro: Comunidades que aprenden de la tierra 27 de julio, 2023Leer ahora Seguridad alimentaria y apoyo psicosocial en Guatemala 31 de enero, 2023Leer ahora Aliados de CWS alertan sobre el deterioro del Estado de Derecho en Guatemala 18 de octubre, 2022Leer ahora
De estufas a jardines, agua y ganado, la familia de Esmeralda está prosperando
De estufas a jardines, agua y ganado, la familia de Esmeralda está prosperando Esmeralda Robles es una de las participantes del proyecto desarrollado por CASM (Comisión de Acción Social Menonita), con el apoyo de CWS y GHG (Growing Hope Globally). | Autor: Mónica Arango | Preparar el caldo de gallina con albahaca, orégano y guineos verdes o el pescado frito que tanto le gustan a su hijo y esposo ahora es más fácil y menos dañino para su salud. En la cocina de Esmeralda Robles (27 años) hoy se usa menos leña, se cocina más rápido y se ahorra tiempo de preparación. Antes, su casa quedaba cubierta de hollín, una sustancia negra, muy fina y grasienta que forma el humo y queda adherida a las superficies. “Ahora, con una carguita de leña, uno cocina, no necesita mucha, a diferencia del fogón que teníamos antes, y es de mucha ayuda que no haya humo, por los pulmones, antes tenía una tos permanente”, dice Esmeralda. Esta es una de las ventajas que trae el ecofogón que ella y 58 familias más adecuaron en sus casas para preparar comidas sin aumentar la polución ambiental. La contribución más importante de las estufas ecológicas, sin embargo, es la reducción significativa en el uso de leña. Se trata de una de las actividades de prácticas ecológicas y adaptación al cambio climático del programa Gobernanza y productividad ecológica para la seguridad alimentaria y nutricional, desarrollado por CASM (Comisión de Acción Social Menonita), con el apoyo de CWS. El proyecto se implementó en las municipalidades de Macuelizo, Nueva Frontera y Azacualpa, en el departamento de Santa Bárbara, Honduras, y en total, participan 500 familias de áreas rurales con recursos económicos limitados. Esmeralda vive en la comunidad de Vainillas, en el municipio de Macuelizo. El clima es cálido y a veces, hace frío en la mañana. En este lugar hay unas 50 viviendas ubicadas cerca a un bosque de pino y árboles grandes de tamarindo y mango. Después de transitar varias carreteras y caminos, se alcanza a divisar la casa verde donde vive Esmeralda con su esposo Rigoberto López y su hijo Diego López Robles. La mujer comenta que su comunidad es “un lugar bonito con gente amable, de buena convivencia, todos nos conocemos porque estamos desde siempre. Yo nací y crecí aquí”. En Macuelizo ya todos recibieron las dos dosis de la vacuna de Covid-19 y mantienen el uso de mascarilla, así como el lavado constante de las manos. A través de la actividad “cadena de pase”, Esmeralda recibió varios animales de crianza. Esta iniciativa consiste en que una familia recibe un cerdo, oveja o vaca preñada, la alimenta y cuida, y cuando nace la próxima cría, se pasa a otra familia, que a su vez hará lo mismo. Hoy, Esmeralda tiene una cerda preñada, dos ovejas, un ovejo y 30 gallinas. Otras iniciativas de CASM en la comunidad donde vive Esmeralda incluyen la instalación de tuberías para el paso de agua potable (antes, las familias tenían un acceso limitado al recurso hídrico) y el cultivo de peces tilapias, cría de vacas, ovejas y gallinas. Esmeralda ha participado en capacitaciones de siembra de cultivos y producción de abono, recibió semillas y hoy en día produce la mayoría de alimentos que su familia consume, como por ejemplo, plátano maduro, ayote, chiles y yuca, que los tiene en su parcela; además, los vende o intercambia con sus vecinos. Ella y su familia también aprendieron sobre alimentación y nutrición, higiene, manejo de basuras y protección del medio ambiente. En las ocasiones especiales, como Navidad o Año Nuevo, el plato que preparan en casa son tamales con carne (es una comida tradicional que tiene una base de maíz y un relleno de verduras, papa y carne, se sirve envuelto en hojas de plátano). “Aquí siempre lo pasamos en familia, vamos a la iglesia, somos católicos, vamos un rato y estamos juntos para compartir una cena”. El próximo proyecto en casa de Esmeralda es conseguir un biodigestor para aprovechar más los residuos de materia orgánica en descomposición (como los excrementos de animales) y producir gas metano. “Un sueño que tenemos como familia es tener una microempresa o una venta y producción de carne. Lo primero que vamos a hacer es comprar el congelador”, dice Esmeralda y añade que con el dinero que consigan planean ampliar la casa, que hoy tiene dos habitaciones. Relacionadas: Centroamérica El sueño que Leidy y Jorge reconstruyeron 6 de junio, 2022Leer ahora Catarina y Juana: Dos mujeres comprometidas con su familia y su comunidad 10 de marzo, 2022Leer ahora Josefa y Rosa comparten sobre las iniciativas de sus aldeas en Guatemala 3 de marzo, 2022Leer ahora
“Cuando se emigra, se sabe que hay muchos riesgos en el camino”
“Cuando se emigra, se sabe que hay muchos riesgos en el camino” Hace tres años, Alexis Márquez migró a los Estados Unidos. En el trayecto sufrió un accidente y perdió ambos pies. Estuvo detenido, fue deportado a su país (Honduras) y en un nuevo intento de mejorar su vida, encontró el que hoy considera su hogar: el Albergue Abba, en Celaya, México. | Autora: Mónica Arango | A sus 28 años, Alexis Márquez* ya se acostumbró a vivir con nostalgia y sintiendo la falta de sus seres queridos: “Cuando se vive lejos, se extrañan siempre a la familia, las costumbres, la tierra, porque el país lo traemos en la sangre, no lo podemos negar”. Sin embargo, agrega que no extraña la vida que tenía en Honduras, desempleado y sin oportunidades. “Cuando se emigra, se sabe que hay muchos riesgos en el camino”, comenta. “Se viene con miedo y con valor, para seguir adelante, para progresar un poco. Uno se va de la mano de Dios, pidiendo que pueda llegar a cualquier destino”. Y así lo hizo: En el 2019, Alexis se fue indocumentado para Estados Unidos. En el trayecto, sufrió un accidente y perdió ambos pies; luego, fue detenido. “Fue difícil estar preso, con una discapacidad y en medio de una pandemia. Estuve mal psicológicamente, con alto riesgo de enfermarme, en silla de ruedas”. El encierro era frustrante: “a uno se le viene el mundo abajo, se le cierra todo”. El 6 de enero del 2021 fue deportado a Honduras. De regreso en su país, el joven se vio obligado a continuar “otra prisión” en casa. Debido a las constantes amenazas que recibía en su pueblo, no podía salir ni a la esquina. Alexis vivía en una zona montañosa, sin opciones de movilidad para una persona usuaria de silla de ruedas. Entonces, incluso con miedo y dudas, decidió irse nuevamente; esta vez, a México, donde ya había vivido años atrás, por temporadas, en Guanajuato, San Luis, Aguascalientes y Zacatecas. Alexis llegó al Albergue Abba, socio de CWS, y que cada año atiende de 8 a 10 mil migrantes (especialmente de Centro América); ofrece alojamiento, alimentación y nutrición, servicios de salud y medicamentos, apoyo psicosocial y espiritual, asesoría legal y en derechos humanos, y trabaja en incidencia en políticas públicas y educación. Abba es uno de los 22 refugios en la red nacional de migración para migrantes transitando en México. Más de su trabajo aquí. “Nos ayudan a terminar los estudios de primaria y secundaria, hay cursos de pintura, y música. Yo estoy en clases de guitarra”, dice Alexis, y agrega que a veces, también le gusta pintar. Además de recibir ayuda psicológica y asesoría legal para conseguir la autorización de residencia, el mayor regalo que Abba le hizo a este joven fueron las prótesis. Alexis realizó su sueño de volver a caminar. Ahora, él trabaja como voluntario en el albergue; piensa que es la mejor forma de agradecer por todo lo que han hecho por él. “Yo soy el encargado de recibir a las personas que llegan buscando apoyo, les doy la bienvenida, y por seguridad, reviso que no traigan navajas, armas, o que estén bajo los efectos del alcohol”. Él cuenta que ya tiene las dos dosis de la vacuna contra el COVID 19, y se está preparando para presentar las pruebas del último año de secundaria; es lo único que le falta para obtener el diploma de estudio. También está esperando la respuesta de su solicitud de visa humanitaria. Lo siguiente en la lista será aplicar para una visa de trabajo. El Instituto Nacional de Migración (INM) de México, otorga estatus migratorios a los migrantes por distintos factores: La regularización migratoria por razones humanitarias a migrantes sin visa, cuya vida o integridad están en riesgo, o han sido víctimas de desastres y/o violencia, o están en estado grave de salud. La visa humanitaria (concedida a personas con las mismas características que en el caso anterior), es válida por un año y ofrece la opción de realizar actividades remuneradas. El permiso de estadía a solicitantes de asilo o estatuto de refugiado, mientras dure el trámite respectivo. Abba ha hecho uso de todas estas opciones con migrantes apoyados por su programa legal. Hoy, Alexis lleva una vida sencilla, disfruta ayudando a sus compañeros y de sus clases de música y manualidades en el Albergue. De vez en cuando sale a comer sus platos favoritos, como fríjoles con arroz y tajaditas de plátano, o pollo rostizado y tacos con crema. Él planea conseguir una casa propia y formar una familia. “Hay que seguir echándole ganas siempre, sin importar el obstáculo que uno tenga en el camino, porque yo traigo una discapacidad física, pero como dice el dicho: “la discapacidad no es una incapacidad”. *Su nombre ha sido cambiado para proteger su identidad. Relacionadas: Centroamérica Josefa y Rosa comparten sobre las iniciativas de sus aldeas en Guatemala 3 de marzo, 2022Leer ahora