Visitando el Darién: Una mirada más allá de la frontera

17 de diciembre, 2024 | Autor: Abbey Combs | Personas migrantes y refugiadas

Advertencia de contenido: Este artículo menciona casos de violencia sexual y basada en género.

Entrada a Lajas Blancas. Foto: Abbey Combs.

Mientras nuestro autobús entraba en la jungla, a siete horas de la Ciudad de Panamá, vi por la ventana un arco que nos daba la bienvenida al Darién. Era el 12 de noviembre, apenas unos días después de conocerse los resultados de las elecciones en Estados Unidos. Estaba viajando con líderes de fe de América Latina y Estados Unidos, miembros de Como Nacido Entre Nosotros (CNEN), una red regional de personas, iglesias y organizaciones basadas en la fe comprometidas con la sensibilización e incidencia a favor de las personas en movilidad. 

 

Antes de llegar a la frontera entre Estados Unidos y México, muchas personas en movilidad atraviesan la peligrosa selva del Tapón del Darién, una región que constituye el único puente terrestre entre Suramérica y Centroamérica. El recorrido, de aproximadamente 70 millas entre Colombia y Panamá, puede tomar desde tres días hasta más de una semana. A pesar de ser una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, el Darién se convirtió en un tramo habitual del viaje hacia Estados Unidos, con un récord de 520,000 migrantes cruzando la región en 2023.

 

Mapa del Darién. Fuente: Displacement Tracking Matrix (DTM) de OIM.

Llegamos a Lajas Blancas, una estación temporal de recepción migratoria (ETRM) establecida por el gobierno panameño. Allí, unas 400 personas habían llegado en canoa esa misma mañana. Algunas caminaban cojeando, pues habían sufrido lesiones en la selva. El terreno del Darién está lleno de peligros: ríos que crecen rápidamente, mosquitos portadores de enfermedades y la falta de agua potable, por nombrar algunos.  

 

Una familia caminando en Lajas Blancas. Foto: Mónica Arango.

Los riesgos en el Tapón del Darién
En el territorio panameño, el riesgo de robos, violencia y agresiones sexuales es alarmantemente alto. En febrero de 2024, Médicos Sin Fronteras reportó que, en solo una semana, trató a 113 personas, incluidos nueve niños, que habían sido agredidas sexualmente por grupos armados. Miembros de CNEN en Necoclí, Colombia, me explicaron que estos niveles de violencia no son comunes en la parte colombiana del Darién, donde el crimen organizado está involucrado en el tráfico de migrantes en el territorio y mantiene niveles más bajos de violencia para evitar la atención de las autoridades.

 

En el campamento, noté una mezcla de emociones en los rostros de quienes llegaban: agotamiento por el viaje, alivio por haberlo superado y miedo por lo que aún estaba por venir. La única forma de salir de Lajas Blancas era pagar 60 dólares por persona por un autobús chárter hacia Costa Rica, coordinado por el gobierno panameño. Vi familias con bebés que llevaban más de una semana intentando salir, pero sin los recursos para hacerlo. Quienes intentan salir de Panamá por otros medios enfrentan una multa de hasta 1,000 impuesta.

 

Los impactos de las intervenciones de Estados Unidos
Desde su inicio de mandato (1 de julio), el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, dejó clara su intención de detener la migración a través del Darién, y firmó un acuerdo con el gobierno de EE.UU., por un financiamiento de seis millones de dólares para vuelos de deportación. Con el argumento de atender necesidades humanitarias, Panamá anunció el cierre de varias rutas a través del Darién y ubicó oficiales de inmigración en un único trayecto, denominado el “corredor humanitario seguro”. 

 

Personas esperando para viajar en bus hacia Costa Rica. Foto: Mónica Arango.

Este acuerdo es uno de los innumerables esfuerzos del gobierno estadounidense para detener el movimiento de migrantes antes de que lleguen a su frontera. En América Latina, vemos repetidamente la presión política y los incentivos financieros que EE.UU. ofrece a los países de la región para restringir el acceso a visas, cerrar rutas migratorias e incrementar la vigilancia migratoria. Sin embargo, la historia nos enseña que la disuasión no solo es ineficaz, sino que también aumenta los riesgos de protección de las personas en movilidad.

 

Como observa la periodista Caitlin Dickerson en en The Atlantic: “Estas muertes [en el Darién] son el resultado no sólo de las condiciones extremas, sino también de la lógica errónea adoptada por Estados Unidos y otras naciones ricas: que dificultando la migración podemos limitar el número de personas que la intentan… Cuanto más difícil es la migración, más se beneficiarán los cárteles y otros grupos peligrosos, y más migrantes morirán”.  

 

Una familia caminando en Lajas Blancas. Foto: Mónica Arango.

Después de pasar el día en Lajas Blancas, me sentí más convencida que nunca de que tenemos la responsabilidad de informarnos sobre lo que está ocurriendo en el Darién y de entender la migración desde una perspectiva regional. Mientras Estados Unidos se prepara para un gobierno conocido por sus políticas antiinmigrantes, debemos mirar más allá de las fronteras estadounidenses y preguntarnos cómo estas políticas afectarán a las personas en movilidad. 

 

Abbey Combs es la Oficial del Programa de Respuestas a Personas Migrantes y Refugiadas en CWS América Latina y el Caribe.

 

CWS está comprometido con enfoques regionales en nuestra respuesta a la migración en América Latina y el Caribe. Para conocer más sobre nuestro trabajo, visita aquí. Para aprender más sobre el Darién, puede leer nuestro blog de 2023 o visitar aquí. 

CWS trabaja en más de 30 países incluyendo Estados Unidos y es miembro de la Alianza ACT y de InterAction (Consejo Estadounidense para la Acción Internacional Voluntaria).

 

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