Cuidar del agua para alimentar la región: el desafío en el Bajo Chaco Paraguayo

Cuidar del agua para alimentar la región: el desafío en el Bajo Chaco Paraguayo A pesar de un clima adverso con fuertes sequías y una baja producción agrícola, seis comunidades indígenas en esta región demuestran su compromiso y capacidad de resiliencia. | Autor: CWS | Lavarse las manos, tener la casa limpia, cultivar la tierra para alimentarse y vender productos en mercados locales, son las actividades básicas que Leonardo Martínez y su familia desempeñan a diario para sobrevivir. Parece fácil, pero la realidad de muchas familias indígenas en el Bajo Chaco Paraguayo, se ha vuelto cada vez más difícil por la falta de agua. “El año pasado (2022) hubo poca lluvia; el clima cambia mucho, todo está seco, absolutamente seco”, dijo Leonardo. Él es líder en El Espinillo, una de las comunidades en las que CWS está acompañando el proyecto de Desarrollo Rural Integral, liderado por su socio local, Pastoral Social Diocesana Benjamín Aceval, con el apoyo de Growing Hope Globally.   A inicios del 2022, la ola de calor en Paraguay afectó la producción agrícola, y quemó los cultivos que estaban en etapa de cosecha. En el caso de los participantes del proyecto, lograron cosechar cerca de un 30% de lo previsto.   “No hay cómo cultivar muchas cosas, sólo algunas plantas y naranjas, pero por lo menos, hoy tenemos agua segura, gracias a la ayuda de ustedes”. Él conforma una de las 196 familias de Espinillo y Monte Alto que mejoraron su calidad de vida gracias a la reparación de la infraestructura de obtención de agua potable, excavación de pozos e instalación de techos colectores de agua. En el último año, surgieron otras iniciativas contundentes para abordar estos desafíos: Con el liderazgo de la Pastoral Social y la participación de CWS, se realizó el primer Conversatorio Interinstitucional del Bajo Chaco sobre Cambio Climático, la Mesa Técnica Departamental de Cambio Climático, y la Cumbre Departamental sobre Cambio Climático.   Por otro lado, el proyecto incluye entrega de insumos agrícolas y apícolas, mantenimiento de huertas, entrega de ovejas y cabras, entre otros. En Octubre del 2022, se entregaron 100 cabras y 11 ovejas distribuidas en 10 aldeas. Adicionalmente, se crearon 11 huertas comunitarias y 8 particulares, junto con 61 chacras de producción diversificada.   Leonardo aseguró que la producción está creciendo y “hoy hay más colmenas cargadas de miel”. Este año, se registraron 122 productores, y hasta el 20 de diciembre, se habían registrado 60 litros de miel por cada uno.    También hubo tiempo para aprender. Los participantes recibieron clases de alfabetización y leyes de educación indígena, y con el acompañamiento de SENASA (Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental), conocieron sobre formas de potabilizar el agua y las consecuencias del consumo de agua contaminada. Los encuentros llegaron a 360 familias.   En el 2023, los objetivos serán monitorear los frutos de un año productivo que dejó oportunidades para que la comunidad crezca. El Bajo Chaco Paraguayo es una región de América Latina ubicada en Paraguay, tiene amplias zonas de palmares y pantanos, un clima tropical húmedo de difíciles condiciones y contrastes. Hay épocas de intensas lluvias e inundaciones, y otras, de fuertes oleadas de calor, temperaturas altas y sequías severas. Esto representa una amenaza y riesgo para las comunidades indígenas, que dependen de la actividad agrícola para sobrevivir. Relacionadas: Gran Chaco Sudamericano Tres países se comprometen para la Gestión del Agua en el Chaco 10 de septiembre, 2024Leer ahora Video: Voces de mujeres indígenas 27 de agosto, 2024Leer ahora “Las mujeres de esta comunidad parecen haber despertado de un largo sueño” 24 de julio, 2024Leer ahora

“Detrás de mi historia, hubo una familia que me abrazó”

“Detrás de mi historia, hubo una familia que me abrazó” | Autora: Mónica Arango | Delfina Acosta es una joven brillante y motivada de Orán (Salta, Argentina). Sus amigos la llaman Delfi, le encanta escuchar música, hacer nuevos amigos, jugar fútbol y rugby. Delfina también es pionera: fue la primera estudiante transgénero en graduarse de la universidad de su provincia. Esta joven de 27 años es licenciada en Comunicación Social por la Universidad de Salta, en la ciudad de Tartagal (Argentina). Con su título y su pasión, ahora Delfina es activista y dedica su tiempo a luchar por la igualdad de género. Hoy trabaja en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina, en la Agencia Territorial en Salta. Delfina fue una de las participantes en el “Estudio Exploratorio sobre Vulneración y Promoción de Derechos de la Población LGBTI+ en municipios del Gran Chaco Sudamericano”, realizado por CWS. Este informe captura las voces y demandas de las personas LGBTI+ en esta vasta región y ofrece recomendaciones para tomar acciones sociales y políticas. Antes del informe, “no teníamos una herramienta académica ni datos concretos sobre la población LGBTIQ, y específicamente sobre la población trans”, explicó Delfina. “Este estudio ha sido una motivación para poder conocer a otras personas que también trabajan en este tema y tienen experiencia en nuestra provincia”.   A través del reporte, Delfina siente que a la comunidad LGBTIQ+ se le ha dado una voz y una posición más fuerte. Ella quiere seguir luchando por sus derechos a ocupar espacios y ser escuchados y escuchadas. La joven trabaja por este objetivo en el grupo de investigación del que hace parte, denominado “Área sobre Género, Feminismos y Disidencias Sexuales” en la Universidad Nacional de Salta. Esta institución también colaboró y participó en el estudio de CWS. Entre muchas de sus metas inspiradoras, Delfina nos dijo que su mayor sueño es abrir “La Casita Trans”, una casa para recibir, escuchar y educar a personas transgénero y travestis. “Sé que lo lograremos”. Delfina es un ejemplo de lucha admirable y representa el espíritu de aceptación y deseo de un mundo donde todos sean acogidos. Mira el reporte completo aquí: Estudio Exploratorio sobre Vulneración y Promoción de Derechos de la Población LGBTI+ en municipios del Gran Chaco Sudamericano. Este estudio es una expresión del compromiso institucional con la construcción de un mundo con paz y justicia, donde ningún tipo de discriminación u otra forma de violencia sea tolerada o promovida hacia ningún grupo o colectivo de personas, donde todos los derechos sean reconocidos y respetados y donde siempre el diálogo, y no el agravio, sea el camino. Fotos cortesía: Delfina Acosta Relacionadas: Historias de cambio Video: Voces de mujeres indígenas 27 de agosto, 2024Leer ahora “Animo a todos los jóvenes a aprender una profesión” 30 de julio, 2024Leer ahora “Las mujeres de esta comunidad parecen haber despertado de un largo sueño” 24 de julio, 2024Leer ahora

Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay

Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay Estudiar está abriendo una puerta de posibilidades a los habitantes del Bajo Chaco paraguayo. Integrantes de comunidades indígenas cuentan sobre sus logros tras capacitarse en producción agrícola y apícola, entre otros asuntos. | Autora: Mónica Arango | Uno de los deseos más grandes de Teresa Benítez, habitante de El Espinillo, es «estudiar, conocer quién es la A, la B y las otras letras también”. Ella tiene 76 años, se dedica a la siembra de hortalizas y producción de miel, y vive con su esposo y sus dos hijos.   Por su parte, Jorgelina Flores y un grupo de mujeres de la comunidad Yakye Acá, han manifestado la misma necesidad: «Queremos leer y escribir, y no morir haciendo solamente nuestra firma con huellas dactilares”. Y en la comunidad Sawhoyamaxa, Mariana Ayala comenta que después de haberse capacitado, “es hora de despertarnos y de hacer valer nuestros derechos por la educación de nuestros niños”.   Todas ellas tienen algo en común: participan en el proyecto ‘Desarrollo Rural Integral en Comunidades Indígenas del Bajo Chaco Paraguayo’, implementado por CWS a través de su socio local, Pastoral Social Diocesana de Benjamín Aceval, con el apoyo de Growing Hope Globally.    El programa incluye actividades como instalación de huertas, capacitación en derechos humanos, civiles y políticos, salud indígena, producción agrícola y apícola, excavación de pozos someros donde hubo escasez de agua, entre otros aspectos vitales para las comunidades de la región. Antes de participar en las formaciones sobre siembra de semillas y producción de alimentos, Alodia González no sabía cómo generar ingresos para su familia. Con lo aprendido en agricultura y apicultura, ella lideró el proceso productivo de la huerta comunitaria y comenzó a trabajar con sus propias cajas apícolas para producir miel.   El proceso productivo de miel inició en septiembre del 2021 y terminó con la última cosecha en febrero de este año.   “Con la buena producción de miel estamos generando ingresos económicos muy importantes para el sostenimiento de mi familia; la miel la cosechamos de las cajas apícolas y la vendemos acá en la comunidad o nos organizamos y vendemos en ferias en Asunción (Paraguay)”, dijo Alodia.   También añadió que “con la huerta pudimos comer lechugas, perejil y otras verduras producidas por nosotras”.   Y aunque las huertas sufrieron daños por las temporadas de calor en el 2021 y esto retrasó el crecimiento de las hortalizas sembradas, más adelante se retomó la siembra de arbolitos frutales (390) como limón, naranja, mandarina, pomelo y mango.   En la comunidad de Alodia también recibieron tejido de alambre para el cercado de la huerta comunitaria, así como herramientas, semillas y asistencia técnica para la elaboración de alimentos a partir de productos cultivados. En total, se activaron 11 huertas con la participación de 75 familias.   “Nosotras guardamos nuestras semillas, ahora ya plantamos y están germinando todas nuestras semillas que juntamos el año pasado”, indicó Herminia González, productora agrícola de la aldea Lolaico Guasu, comunidad Laguna Pato.   Por otro lado, uno de los mayores desafíos sigue siendo la falta de agua para consumo humano y producción durante los periodos largos de sequía. Por eso, para aumentar la cantidad de fuentes de agua, se excavaron 24 pozos someros en 15 aldeas. De estos, 10 son de agua dulce y abastecerán a las comunidades más afectadas en en tiempos de sequía y escasez de agua de lluvia. Un total de 301 familias resultaron beneficiadas.   “Para que mejore la educación en todas las comunidades, debemos unirnos todos para mejorar”, afirmó Leonardo Martínez, líder de la aldea 26 de Junio, Espinillo.   Durante la ejecución del proyecto de desarrollo rural también se han atendido necesidades básicas de 520 familias por causa de la pandemia por el Covid-19. Se han donado kits de alimentos no perecederos de 12 kg. en los lugares donde más se dificulta el acceso porque no hay carreteras o vías.   Este año, al igual que las actividades mencionadas, continúa el objetivo de empoderar a los miembros de las comunidades, para que puedan autogestionar sus producciones y cultivos. Relacionadas: –

El derecho de las mujeres al agua: una “ruta de aprendizaje” en Argentina

El derecho de las mujeres al agua: una «ruta de aprendizaje» en Argentina | Autora: Agustina Ramos Mejia | Estamos a finales de octubre y la primavera acaba de comenzar en Argentina. Sin embargo, en el chaco parece que estamos en pleno verano y la temperatura alcanza fácilmente los 43 °C. En Orán, una ciudad en la provincia de Salta, treinta mujeres se encontraron para participar en una “ruta de aprendizaje”, intercambiar experiencias y aprender nuevas tecnologías de recolección de agua de lluvia. La «ruta de aprendizaje” es una metodología de formación basada en la experiencia y los saberes de las participantes. La ruta, que incluye momentos para el intercambio de información, análisis y reflexión, fue organizada por Fundapaz (Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz), socio local de CWS desde hace más de 15 años. El Gran Chaco es una región semiárida donde el acceso al agua segura es un derecho históricamente vulnerado. Durante cuatro días, 30 mujeres indígenas y criollas conversaron, rieron y compartieron sus experiencias sobre la situación de acceso al agua en sus comunidades y las estrategias para su uso y gestión dentro de sus familias. Dependiendo de la estación (lluviosa o seca), mujeres, niñas y niños pasan muchas horas del día caminando y transportando agua para el consumo humano, para los animales y para regar los cultivos. Donde quiera que se vaya en el Chaco, las personas dirán que el agua es el principal problema que requiere una solución urgente y a largo plazo. A lo largo de los años, los diferentes gobiernos han dado la espalda a estas familias y comunidades. La escasez de agua es una de las principales características de la vida en el Chaco y su ausencia afecta a todas las personas y a todas las actividades; pero el impacto es diferente en la vida de hombres y mujeres. Esta fue una de las reflexiones de la ruta de aprendizaje, donde una de las participantes compartió: “Las mujeres nos ocupamos y nos preocupamos porque haya agua para nuestras familias y animales, pero a la hora de las gestiones públicas los hombres siguen siendo los protagonistas”. A lo largo de los días, las mujeres aprendieron sobre el derecho al agua y al saneamiento, estrategias para la incidencia política y la que fue su parte favorita: una capacitación práctica sobre cómo construir una cisterna de recolección de agua de lluvia. A pesar del calor, se involucraron activamente en el proceso de construcción de una cisterna en el terreno de una pequeña iglesia anglicana en la comunidad wichi de Los Blancos. Un grupo de participantes, de los parajes Fortín Olmos y Fortín Charrúa del norte de Santa Fe, venían con la experiencia de construir 17 cisternas y compartieron sus aprendizajes y conocimientos guiando al grupo junto a los técnicos “cisterneros” de la comunidad. Ellas expresaron: «las cisternas de recolección de agua de lluvia cambiaron nuestras vidas, ahora podemos tener algo de tiempo libre y podemos planificar nuestro tiempo mejor». En un mundo donde según Naciones Unidas “las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente”, contribuir al acceso a agua tiene un fuerte impacto de género. En los próximos años, CWS continuará apoyando y promoviendo este derecho tan vulnerado en la región chaqueña y en particular la formación y participación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones. Relacionadas: Gran Chaco Sudamericano “Detrás de mi historia, hubo una familia que me abrazó” 1 de abril, 2022Leer ahora Siembra de conocimiento en comunidades indígenas de Paraguay 2 de marzo, 2022Leer ahora

Familias y alianzas locales para prevenir adicciones en el Gran Chaco

Familias y alianzas locales para prevenir adicciones en el Gran Chaco | Por: CWS | En forma muchas veces silenciosa e invisible, muchas familias urbanas y rurales, indígenas y criollas, en el Gran Chaco Sudamericano (Bolivia, Paraguay y Argentina) sufren las consecuencias asociadas al uso problemático de alcohol, y crecientemente de drogas, de alguno de sus miembros. A pesar de ser parte del derecho humano a la salud, para la mayoría de las personas afectadas por problemas relacionados con el alcohol y las drogas y sus familiares en esta región de Sudamérica es casi imposible acceder y hacer uso de servicios de apoyo integral, sobre todo en localidades pequeñas o medianas y cuando se trata de familias indígenas.   En respuesta a esta situación, un grupo de organizaciones de la sociedad civil y basadas en la fe de Argentina y Bolivia decidieron, con apoyo de CWS, aliarse al Instituto Nacional de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Drogodependencias y Salud Mental (INTRAID) de Tarija para llevar adelante un ambicioso proceso de formación destinado a recursos humanos que servirá para multiplicar y fortalecer iniciativas municipales y comunitarias en la región. Una vez terminado el proceso de formación -basado en cinco módulos de tres días cada uno a brindarse en la sede de INTRAID en la ciudad de Tarija- las y los participantes estarán en mejores condiciones de aportar al diseño, ejecución y evaluación de planes y programas preventivos en diversos ámbitos institucionales y comunitarios.   Los módulos de formación brindados por el equipo multi-disciplinario de INTRAID abordan temas como: desarrollo personal, drogas y alcohol, sexualidad, violencia intrafamiliar, salud integral y diseño y evaluación de proyectos preventivos.   El proceso formativo comenzó con una respuesta mayor a la esperada. Del 8 al 11 de mayo, 35 mujeres y hombres representantes de organismos públicos, operadores sociales y comunitarios procedentes de las municipalidades de Villamontes y Yacuiba (Bolivia) y Embarcación, Yuto/Bananal y Juan Jose Castelli (provincias de Salta, Jujuy y Chaco respectivamente, en Argentina), asistieron al segundo módulo del Proceso de Formación en Fortalecimiento Familiar y Prevención de Adicciones ofrecido por INTRAID. 30 de ellas ya habían participado del primer módulo que se llevó a cabo del 20 al 22 de marzo pasado.   En el caso de Bolivia, una gran mayoría de los asistentes representaban a instituciones públicas como la Defensoría de la Niñez y Adolescencia (DNA), el Servicio Legal Integral de la Mujer (SLIM) pertenecientes a la Alcaldía Municipal de Yacuiba y Villa Montes, el Servicio Regional de Gestión Social (SEREGES) de la Sub Gobernación de Villa Montes, profesores y psicólogos de diferentes unidades educativas lideres barriales y campesinos entre otros del chaco tarijeño. De la Argentina participaron estudiantes Qom de la escuela de formación de maestros de Juan José Castelli (Chaco), además de mujeres jóvenes indígenas Wichi y Guaraní. A ellas se sumaron técnicas y directivos de las instituciones organizadoras CERDET, de Bolivia (quien cuenta con un acuerdo institucional de cooperación con INTRAID), y la Junta Unida de Misiones (JUM) y FUNDAPAZ, de Argentina.   Aparte de estos módulos de capacitación que tienen como objetivo la formación del equipo técnico y aliados institucionales para que luego ellos se conviertan en facilitadores en todo este proceso, el Programa Trinacional del cual son parte CERDET, Fundapaz y JUM, tiene previsto desarrollar hasta el año 2020 estudios e investigaciones sobre la temática, apoyar la conformación y fortalecimiento de mesas locales de gestión y dialogo en torno a esta problemática en los diferentes municipios, la capacitación a trabajadoras y trabajadores de la educación, madres y padres de familia, adolescentes y jóvenes y periodistas. Relacionadas: Centroamérica Inteligencia Climática en la Sierra del Merendón, Honduras 2 de octubre, 2024Leer ahora Las manos de doña Santos cosechan el futuro de su familia 17 de mayo, 2024Leer ahora Con incidencia y liderazgo, Don Elías logró que su comunidad acceda al agua 15 de diciembre, 2023Leer ahora

No queremos morir cargando agua

No queremos morir cargando agua CWS y sus socios han ayudado a construir 25 sistemas de captación de agua de lluvia en las azoteas de las escuelas locales, aumentando la capacidad de recolección y almacenamiento de agua de lluvia en 160.000 galones. | Autor: Martín Coria / Traducción: Mariana Morán | Con sus discretas, pero incansables actitudes, habilidades para escuchar, respeto por la sabiduría y experiencia de los ancianos y una sonrisa, Rebeca Soraire y Néstor Montes están transformando la América del Sur rural e inspirando a muchos otros a seguirlos. Ambos con menos de 30 años de edad, desempeñan papeles clave en un importante esfuerzo de colaboración, apoyado, en parte, por las organizaciones religiosas Food Resources Bank (FRB) y Church World Service (CWS), cuyo objetivo es promover la recolección de agua de lluvia de las azoteas de los hogares de las comunidades que habitan en la frontera entre Bolivia y Argentina. Este es posiblemente el lugar más caluroso de Sudamérica, donde más de 2.000 familias indígenas y campesinas que viven en lugares remotos, enfrentan déficits hídricos crónicos.   Entre 80 y 100 años atrás, los colonos campesinos, denominados criollos, se trasladaron a la zona creando tensión y conflictos, a veces violentos, por el uso de la tierra, entre éstos que eran ganaderos y los Wichi indígenas, seminómadas, cazadores y recolectores. Rebeca Soraire es nieta de uno de esos colonos criollos, que hoy en día son tan pobres como sus vecinos indígenas.   Además de participar activamente en la parroquia católica local y brindar una clase de alfabetización informática a estudiantes criollos y Wichis, Rebeca es miembro de la junta de la asociación regional de criollos de Los Blancos, Argentina. También es una de las pocas mujeres que integra un equipo local interétnico que encuesta a las familias, calcula su déficit hídrico y ayuda a crear mapas utilizando tecnología moderna, como equipos de GPS y Sistemas de Información Geográfica. Esos mapas, que hoy incluyen información de más de 2.000 familias, son herramientas fundamentales para trabajar sobre la problemática del agua. «No queremos morir llevando agua», dice una Rebeca muy decidida.   «Al principio, realmente no me gustaba usar GPS, cámaras y realizar encuestas de hogares. Esto cambió cuando nos dimos cuenta de que realmente nos iban a ayudar. El mapeo nos ayudó a mostrarle al resto de la comunidad y a las autoridades, no sólo la magnitud del problema del agua en el área, sino también quiénes son las familias que necesitan prioridad. Por ejemplo, de 130 familias de una comunidad, 120 tenían problemas de titulación de tierras y todas carecían de acceso a agua potable”. En esta región, la sequía suele durar seis meses y el déficit hídrico es tan grave que el agua de lluvia recolectada se utiliza exclusivamente para el consumo humano.   Mientras tanto, Néstor, un hábil trabajador de la construcción, fabrica sistemas de captación de agua de lluvia en las azoteas. Él y otros miembros de la comunidad aprendieron a construir el tipo de cisterna de cemento que CWS y la ONG Fundapaz (socia local de FRB) trajeron de la región noreste de Brasil. Además de construir cisternas en el área de Los Blancos, donde vive, Néstor ahora viaja para entrenar a otros, en lugares tan distantes como Santiago del Estero o incluso cruzando la frontera con Bolivia. Néstor y su compañero de equipo tardan entre cinco y siete días en construir una cisterna de 4.226 galones, que incluye el tiempo que le demanda capacitar a personas locales interesadas en cómo construirlas. «Es conmovedor cuando construyes el primer sistema de recolección de agua de lluvia en una comunidad, pero se necesitan muchos más. El agua es nuestro problema número uno», dice. Las dos últimas cisternas que Néstor construyó en dos comunidades criollas beneficiaron a 34 familias (unas 190 personas).   Néstor es también un líder comunitario en ascenso del pueblo Wichi, que se encuentra en transición a convertirse en asentamientos permanentes, como resultado de la migración interna y las disputas territoriales y de apropiación de tierras en la región. En su papel de representante regional del pueblo Wichi, Néstor frecuentemente se reúne con funcionarios públicos federales, provinciales y municipales y agencias gubernamentales para discutir iniciativas de desarrollo comunitario relativas al agua, la educación y la salud. También se involucra para resolver o prevenir conflictos comunitarios, incluidas las disputas interétnicas entre miembros indígenas y no indígenas de la comunidad. En palabras de Néstor, «Hay conflictos que separan a los Wichis de los criollos, pero no somos enemigos. Y cuando se trata del agua, por ejemplo, no hay diferencias entre nosotros «. Néstor construye, enseña, defiende y también es un pacificador.   Recientemente, Rebeca y Néstor viajaron a una conferencia regional organizada por Fundapaz y el FIDA, agencia para el desarrollo agrícola de las Naciones Unidas, sobre el mapeo comunitario como una herramienta para promover el acceso al agua, la tierra y la resolución de conflictos. Después de sus presentaciones, un periodista de un periódico nacional le preguntó a Rebeca cómo se las arregla ella para ser tan pacífica y la comunidad para mantenerse unida, cuando la situación del agua es tan desesperante y las necesidades y la injusticia son tan graves. Se detuvo por unos segundos y respondió: «No es fácil, pero nunca usaremos la violencia porque somos pobres y, como miembros más débiles de la comunidad, estamos seguros de que obtendremos la peor parte».   Néstor, Rebeca y las organizaciones comunitarias que ellos representan son actores vitales en el grupo de trabajo local sobre el agua que Fundapaz ayudó a crear. Otros miembros del grupo de trabajo incluyen el gobierno provincial de Salta y ONG locales y grupos comunitarios. CWS es uno de los dos observadores internacionales invitados a acompañar al grupo de trabajo. De tener éxito, el paisaje de esta zona semiárida de América del Sur, conocida como Gran Chaco, cambiará para siempre con cientos, si no miles, de sistemas de captación de agua de lluvia en las azoteas que se convertirán, de esta manera,Sigue leyendo «No queremos morir cargando agua»

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